La Libertad Avanza: ¿un nuevo Break-in party de derecha en Argentina?*

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La Libertad Avanza: ¿un nuevo Break-in party de derecha en Argentina?*


Por: Juan Lucca
Tramas break-in-party-tapa-3 La Libertad Avanza: ¿un nuevo Break-in party de derecha en Argentina?*  Revista Tramas
*Este escrito es producto parcial del avance de investigación presentado en el marco del Programa de Post Doctorado de la Universidad Nacional de Rosario.

Introducción

En el marco de la contienda electoral por las presidenciales en Argentina en el año 2023, en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto de ese año, un nuevo partido de derecha radical, denominado La Libertad Avanza (LLA) encabezado por Javier Milei, obtuvo el 29,86% imponiéndose sobre las demás siglas del status quo (SQ) partidario, ya fuere de las expresiones de la Argentina Peronista — expresado por Sergio Massa, Juan Grabois o Juan Schiaretti— como también de la Argentina de Cambiemos — encabezados por Patricia Bullrich u Horacio Rodríguez Larreta—. En las elecciones generales de octubre del 2023, aunque el candidato del peronismo Sergio Massa fue el más votado, Javier Milei mantuvo su enorme e inusitado caudal electoral, para dar pie a un nuevo balotaje en la vida electoral argentina, mostrando con claridad que un nuevo exponente partidario en el mundo de las derechas argentina había nacido con vocación mayoritaria.

Claramente por el discurso disruptivo, su predica altisonante y las propuestas programáticas ultra liberales de su principal dirigente, LLA fue rápidamente caracterizado como un partido radical de derecha y, por ende, una rara avis en el período democrático contemporáneo de Argentina. Empero, en este artículo nos proponemos analizar la organización partidaria para evitar mimetizar su líder a la fuerza política y sopesar cuál es su fisonomía tipológica, tomando en cuenta qué puede ser lo novedoso de este novel partido, independiente de su componente ideológico en el que la mayoría de los análisis recaen.

Por ello, en las siguientes páginas nos disponemos a recuperar una nueva caracterización de los tipos de partidos en América Latina para repensar, en el marco de las expresiones de derecha electoralmente relevantes, en qué medida LLA es una fuerza partidaria que amplía la participación y representación política al incorporar un conjunto de élites políticas otrora sin canales partidarios y, al mismo tiempo, irrumpe en el sistema político desafiándolo y transformándolo sin buscar derribarlo in toto. Para ello, nos valdremos en un primer momento de la caracterización de Break-in Parties (BIP) para, en un segundo instante analizar la fisonomía de los dos partidos de derecha en la argentina democrática reciente que pueden ser catalogados como tales (la Unión de Centro Democrático —UCEDE— y Propuesta Republicana —PRO) de forma tal que, en un tercer momento, nos aboquemos a sopesar la fisonomía de la LLA en las dimensiones propuesta por el concepto de BIP. Finalmente, habremos de reflexionar en torno a la tensión inherente al juego de la democracia electoral que, por un lado permite expandir la representación política e impulsar el cambio político con un nuevo partido capaz de incorporar nuevas élites y pugnar por una transformación del sistema político, pero también por el otro profundiza la desdemocratización como praxis política constitutiva.

Los partidos nuevos y los Break-in parties en América Latina

Los estudios sobre la formación de partidos políticos han sido, sin lugar a dudas, una de las áreas centrales de la investigación dentro de las teorías de partidos, desarrolladas especialmente en la experiencia noroccidental. En este sentido, la literatura especializada ha puesto su mirada, en primer lugar, en la génesis partidaria a partir de su explicación basada en la incidencia de cambios socio-estructurales, el rol de los actores y los condicionamientos o cambios institucionales; en segundo lugar, han focalizado en los tipos de partidos que surgen en cada contexto sociohistórico vis-à-vis los cambios en la representación política, como es la secuencia simplificada de: partidos de notables, partidos de masas o de integración, partidos escobas, partidos profesionales-electorales y partidos cartel; y, por último, existe una extensa literatura que ha puesto el acento en la “novedad” de las nuevas formaciones partidarias observando su edad temporal, las élites que lo componen, los valores o temas que incorpora al debate público, su innovación organizacional o inclusive su de transformación del sistema político (Lucca, 2010 y 2020).

Estos ordenamientos analíticos sobre la formación de partidos nuevos —aunque no necesariamente tiene pretensiones de exhaustividad— han sido de enorme utilidad dentro de los análisis histórico comparados. Sin embargo dejan en las sombras la caracterización de la génesis partidaria y la formación tipológica en otros contextos diferentes a la secuencia histórica del cuadrante noroccidental, especialmente en América Latina a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando los partidos políticos de elites tradicionales o fuertemente establecidos en el sistema partidario latinoamericano se enfrentaron a la aparición de nuevos competidores, que ingresaban a la arena política incorporando nuevas demandas, un nuevo electorado, o reconfigurando las preferencias de los electores en ciertos distritos específicos. Por ello, junto a Silvana Krause y Thomas Kestler nos abocamos a pensar y caracterizar un singular tipo de partido nuevo que surge en este contexto histórico denominamos Break-in Parties (BIP).

“La novedad del surgimiento de estos partidos, es que son capaces de irrumpir en una escena partidaria en transformación, establecer nuevas modalidades de representación política, y a su vez fortalecer la democracia al incorporar nuevos sectores a la participación político partidaria (…) Se entiende a los Break-in parties como aquellos partidos que logran imponer el carácter de innovador en dos dimensiones de análisis: en el desafío al sistema de partidos y en la composición de las elites” (Kestler, Krause y Lucca, 2013: 164).

Es decir, los BIP son mucho más que meros partidos nuevos —que proliferan en demasía en América Latina— o simples fuerzas partidarias desafiantes (challenge parties), ya que son nuevas e innovadoras en relación a las élites que lo componen en su momento fundacional y por cómo plantean el desafío y el cambio político en el momento de auge electoral. Es decir, un BIP es aquel que en su génesis busca incorporar élites por fuera de las que ya se encontraban actuando en el sistema partidario (insiders)¸ que en gran medida podríamos denominar o caracterizar como élites outsiders (Mustillo, 2009:317). Pero también, al momento del desafío como opción electoral, un BIP es aquel que plantea una distancia frente a los que detentan las posiciones de privilegio (partidos del status quo) dentro del sistema de partidos, sin arremeter fehacientemente de forma radical contra el sistema político en su conjunto como lo harían aquellos partidos anti sistema que buscar alterar las reglas de juego y las posiciones de los actores a través del uso de la violencia física como uno de sus medios de injerencia política (Barnea y Rahat; 2011: 311).

Los dos BIP de derecha en la democracia argentina reciente: la UCEDE y el PRO

La revisión empírica sobre la que se construyó la conceptualización de BIP, señalaba que a finales del siglo XX en Argentina los únicos dos exponentes de este tipo partidario han sido la UCEDE y la ALIANZA, siendo el primero un claro exponente de partido de derecha y el segundo de raigambre socialdemócrata o progresista. Si nos abocamos a sopesar la caracterización de un BIP de derecha, es posible señalar en relación a la UCEDE que el carácter insider/outsider de sus élites se compone de una dirigencia que buscaba representar a las clases altas de los dos distritos más acaudalados del país e incorpora a múltiples exponentes de las clases dominantes en las provincias del interior a través de los diversos partidos de extracción conservadora (Llamazares Valduvieco, 1994: 231–5). Aunque, a primera vista, esto implicaría la presencia de una dirigencia inscripta dentro del juego político partidario (insider), por un lado, gran parte de la dirigencia de la UCEDE fueron élites secundarias o alternativas a las clases dominantes que se encumbraron en los diferentes gobiernos de la UCR y el PJ —al menos durante la década de 1980; y, por el otro, la incorporación de una ingente masa de jóvenes universitarios proveniente de la UPAU nos habla de una dirigencia novel o outisider (Lucca y Perez Talia, 2023).

Si sopesamos el desafío al status quo partidario de la UCEDE, es posible reconocer que se fundó buscando disputar el centro político, como alternativa a las siglas tradicionales del peronismo y el radicalismo. Mientras duró este impulso durante la década de 1980, fue capaz de agrupar a un sinnúmero de partidos conservadores y demócratas que no lograban inserción plena en las siglas mayoritarias —PJ y UCR—; sin embargo durante toda la década de 1990 mantuvo una simbiosis plena con el peronismo menemista que la catapultó a su relevancia política pero la confinó a su inexpresividad electoral y a perder su condición de desafío al status quo partidario (Llamazares Valduvieco, 1995).

Empero, si extendemos la caracterización de los BIP en Argentina para el siglo XXI, observando especialmente las dos dimensiones que configuran el concepto (nuevas élites y desafío real al SQ en el plano electoral), es posible reconocer que —al menos en el arco de las derechas políticas argentinas— el PRO es otro de los exponentes partidarios que puede ser considerado a priori como un BIP, nuevamente inscripto en el plano de las derechas.

En términos de la condición de BIP, el PRO cumple al menos con la condición de incorporar nuevas élites a la política —especialmente aquellos provenientes del sector privado de la economía y de organizaciones sociales sin lazos prevalentes con otros partidos— aunado a una inclusión de élites que —si bien ya se encuentran dentro del sistema al pertenecer a partidos tradicional— se presentan como expresiones alternativas o desapegadas de los históricos partidos radicales y peronistas (Lucca, 2019). En cuanto a su carácter de desafío al status quo, aunque el PRO es más un partidos “de lo nuevo” que un “nuevo partido” que interpela a los sectores medios y medios altos de los principales centros metropolitanos, en el marco de un gobierno peronista de orientaciones progresistas y/o desarrollistas como el kirchnerista, la irrupción del PRO como expresión de derecha liberal—conservadora reviste claramente un desafío al status quo político y una defensa del status quo ante (del kirchnerismo) en términos económicos (Lucca y Perez Talia, 2024).

¿Es La Libertad Avanza un nuevo BIP?

En el marco del descontento por la gestión de la pandemia y su impacto sobre las libertades individuales, aunado a una crítica al desmanejo de la economía y la seguridad durante el gobierno de Alberto Fernández, el economista Javier Milei decidió el 14 de julio de 2021 fundar un nuevo partido denominado La Libertad Avanza (LLA) bajo la consigna: “Una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre. Pongamos un punto y aparte” (Stefanoni, 2023).

Esta definición programática claramente pone en vilo al sistema político en general, pero especialmente al status quo partidario “de buenos y malos modales” que representan Juntos por el Cambio y el Peronismo según la caracterización del propio Milei. Esta posición abiertamente anti status quo de LLA se ve reforzada por sus propuestas de campaña más resonantes (el “Plan Motosierra” según el propio Milei), entre las que sobresalen: la reducción del aparato del estado (especialmente de los Ministerios y Agencias del estado), la eliminación de los planes sociales, la privatización de algunas esferas de la salud y la educación pública, la eliminación de la interrupción voluntaria del embarazo y la Educación Sexual Integral, la reducción de la edad de imputabilidad de los menores, la liberalización de la venta de armas, entre otras.

Sin embargo, esta propuesta de viraje copernicano en el rumbo político que propone la principal dirigencia de LLA, se vio morigerada claramente en las cercanía de la contienda electoral general —y con mayor énfasis al acercarse al balotaje— dejando claramente de hablar acerca de algunas iniciativas trascendentales a su ideario como la dolarización de la economía, cerrar el Banco Central o de “barrer la casta política” de la Argentina.

Ya fuere una decisión táctica o una formulación estratégica, es innegable que en el electorado y la dirigencia que apoya a LLA estas consignas “Anti-Casta” o “Anti-SQ partidario” calaron profundo y son parte constitutiva de su identificación primigenia; por ello, cuando Milei produjo el entendimiento electoral con el PRO (especialmente de la mano de Mauricio Macri y Bullrich) para el balotaje, muchos de sus votantes y exponentes dirigenciales plantearon su furia, enojo y dieron el portazo de la LLA, como es el caso de Amalia Granata, Carlos Maslaton, la agrupación “generación libertaria”, o los diputados libertarios de Entre Ríos, por mencionar algunos ejemplos diversos.

Si tenemos que sopesar el carácter insider/outsider de la dirigencia de LLA, es posible analizarlo en tres vertientes: sus principales liderazgos nacionales, los candidatos a gobernadores y quienes forman el escudo legislativo del partido tras la elección de 2023. Como podrá observarse en cada una de ellas, mayoritariamente las élites de LLA son outsideres de la política, que provienen del mundo de los medios y/o redes, de organizaciones vinculadas al pensamiento conservador, de partidos distritales o de poca expresividad electoral y, en menor medida exponentes tránsfugas de fuerzas tradicionales como el radicalismo o el peronismo. La figura irradiante de Javier Milei puede caracterizarse inicialmente como la de un tecnócrata y/o influencer televisivo más que la de un político, a pesar de sus diferentes labores de asesoría política a figuras como Daniel Scioli o Antonio Bussi, ya que incursiona en primera persona en la política en el 2019 e ingresa a la Cámara de Diputados en el 2021. Asimismo, su compañera de fórmula, Victoria Villarruel, que proviene de una familia de alcurnia militar, se desempeñó públicamente en el mundo de las organizaciones, el activismo político y los think tank vinculados al pensamiento ultra conservador — como es el caso de su organización Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas— e incursionó en la política de forma reciente al ingresar a la Cámara de Diputados en el 2021 y presidir el longevo Partido Demócrata de la Provincia de Buenos Aires en el año 2022. Ambos dirigentes de LLA, independientemente de su cercanía a los estratos del poder socioeconómico difícilmente puedan considerarse como insiders plenos de la política.

Una caracterización similar puede observarse en los diputados y diputadas electos por LLA en la elección 20231, entre quienes predominan: en primer lugar, aquellos provenientes del ámbito de la economía privada en los sectores agropecuarios, de servicios tecnológicos y el comercio (Carlos Daniel García, Gabriel Bornoroni, Beltran Benedit, Lorena Villaverde, Carlos González D´Alessandro); en segundo lugar, exponentes del periodismo, de los medios de comunicación o con alto impacto en las redes sociales (Marcela Pagano, Juliana Santillán Juárez Brahim, Lilia Bolukalo Lemoine, María Celeste Ponce, Lourdes Arrieta, Maria Emlia Orozco); en tercer lugar, profesionales liberales o exponentes religiosos que participan o son afines a organizaciones políticas conservadoras cercanas a LLA (como es el caso de “Bertie” Benegas Lynch, Guillermo Montenegro, Lorena Macyszyn, Santiago Santurio, Diana Mondino, Nadia Márquez, Romina Diez, Nicolás Mayoraz, Jorge Santiago Pauli); en cuarto lugar, es posible identificar a exponentes que provienen de fuerzas partidarias tradicionales pero con trayectorias políticas deficitarias (Pablo Ansaloni, Oscar Zago, Manuel Quintar, Martín Menem); por último, es posible identificar un gran grupo de dirigentes que proviene de partidos distritales, fuerzas longevas pero inexpresivas electoralmente entre otros partidos (como es el caso de Eduardo Falcone, María Cecilia Ibáñez, Cesar Treffinger, Lisandro Almiron, Gerardo González, María Mercedes Llano, Facundo Correa Llano, Julio Moreno, José Asad Peluc, Rocio Bonacci).

Asimismo, si observamos los diferentes perfiles de las candidaturas a gobernador de LLA, el panorama es bastante similar al anteriormente descrito ya que, por ejemplo: Ramiro Marra (el candidato por CABA) proviene del mundo de los servicios tecnológicos, el asesoramiento financiero y una participación en fuerzas políticas no tradicionales como las que propugnaba Roberto Lavagna en este territorio; Carolina Piparo (candidata en Provincia de Buenos Aires) participó en expresiones partidarias no tradicionales como las que construyó José Luis Espert; Edelvino Bodoira (candidato en la Provincia de Santa Fe) aglutina las expresiones partidarias no tradicionales que dan voz política a las organizaciones pro-vida; Omar de Marchi (candidato en Mendoza) y Ariel Rivero (candidato en Río Negro) son dirigentes políticos proveniente de Juntos por el Cambio que tras romper lanzas con Bullrich y Larreta decantaron en LLA; las candidaturas de Marcos Urtubey (candidato en Salta), Martín Menem (candidato en La Rioja) y Ricardo Bussi (candidato en Tucumán) son un claro testimonio de la pertenencia de los dirigentes a familias de alta alcurnia política en el distrito pero con una carrera política en ciernes o sin el apoyo del clan familiar. Sebastián Etchevehere (candidato en Entre Ríos) proviene de una familia tradicional de este distrito —su abuelo fue gobernador— dueña de uno de los principales medios gráficos de Paraná y con fuerte ascendencia en la producción agropecuaria; Agustín Spacceci (candidato en Córdoba) proviene de la actividad empresarial privada y tenía una experiencias política previa en el partido Unión Ciudadana; Alfredo “Capi” Rodríguez (candidato en Chaco), era un empresario textil y de medios de comunicación con una participación política previa inexpresiva; Carlos Eguía (candidato en Neuquén) es un periodista y locutor de FM con algunas experiencias previas en la política electoral provincial en fuerzas partidarias como la Coalición Cívica y el ARI, entre otras.

En resumidas cuentas, LLA puede ser considerado un BIP, no solo porque surge en un escenario de la representación política en transformación —como es claramente la “nueva normalidad” de la política de pandemia y post pandemia— sino también es un BIP mayormente por la fisonomía de sus élites —produciendo una clara expansión en la representación política en el mundo de las derechas— pero también por su carácter anti SQ especialmente luego de las elecciones generales en las que discursivamente pasó de posiciones fuertemente rupturistas del sistema político hacia posiciones transformadoras del juego político. Empero, la cornisa por la que deambula LLA entre ser un BIP o un partido anti sistema —en el que claramente la violencia política es un arma de su empuñadura— es muy difusa, porosa e incierta, especialmente en el marco de una coyuntura electoral en ciernes.

Conclusiones: ¿más representación o menos democracia?

En un controvertido y premonitorio artículo publicado en 1971 intitulado “La búsqueda de la forma política en Argentina”, Torcuato Di Tella (1971) señalaba que el principal problema de la política partidaria en Argentina era la ausencia de una fuerza demócrata cristiana o liberal conservadora capaz de amalgamar el universo de las derechas en una expresión competitiva electoralmente. Ello permitiría el equilibrio frente a la cohesión de la expresión socialdemócrata y nacional-popular de las fuerzas tradicionales del radicalismo y el peronismo y evitaría la fuga pretoriana de la derecha hacia los cuarteles.

En el año 2015, cuando Cambiemos obtenía la presidencia a manos de Mauricio Macri, parte del equilibrio anhelado por el sociólogo y politólogo Di Tella parecía haber encontrado su cauce; sin embargo, la irrupción de LLA en la elección del 2023 como expresión de derecha radical, capaz de seducir a múltiples sectores de las derechas liberales y conservadoras — otrora anidadas en Cambiemos—, pero también a un ingente conjunto de expresiones provenientes de las derechas nacionalistas, plantea el interrogante sobre el equilibrio dinámico del juego político argentino con el fiel de la balanza corrido hacia la derecha y con un rango de sintonía ideológica más estrecho entre las opciones bimodales en pugna: léase LLA (y su entendimiento con el PRO) y el peronismo que arropa a Massa.

El equilibrio inestable que abrió la elección del 2023 en los reordenamientos del sistema de partidos, trajo aparejado una profundo dilema que pudo entreverse en la expansión de la representación por un lado y el embate profundo al SQ y el sistema político por el otro. Paradójicamente LLA expande la democracia al incorporar tanto nuevas élites plenamente outsideres —visible con mayor claridad en quienes disputaron la presidencia y los cargos legislativos— como también al remozar viejas élites sin incidencia mayoritaria; sin embargo, pone en vilo la democracia misma al llevar su embate contra la política instituida con sus discursos radicales de enemistad, de negación del pasado y de destrucción de los bienes públicos. Es decir, parafraseando a Arend Lijphart (2000) y Daniel Ziblatt y Steven Levitsky (2018), LLA emplaza a la política argentina frente a la pregunta de si la democracia es incluir a tantos como sea posible o preservarla del ingreso de aquellos que podrían matarla.

Bibliografía

– Barnea, Shlomit & Giddeon Rahat (2011),“Out with the Old, in with the ‘‘New’’: What Constitutes a New Party?, Party Politics, 17 (3): 303-320.

Di Tella, Torcuato. (1971) «La búsqueda de la fórmula política argentina.» Desarrollo Económico 11 (42/44): 317-325.

– Dix, Robert (1989). Cleavage structures and party systems in Latin America. Comparative politics, 22(1): 23-37.

– Krause, Silvana, Kestler, Thomas & Lucca, Juan Bautista (2013). Los Break-in parties en América Latina: éxito o fracaso?. Revista Debates, 7(2): 159–172. https://doi.org/10.22456/1982-5269.42030

Levitsky, Steven y Daniel Ziblatt (2018). Cómo mueren las democracias. Barcelona: Ariel. Lijphart, Arend (2000). Modelos de democracia. Formas de gobierno y resultados en treinta y seis países. Barcelona: Ariel.

– Llamazares Valduvieco, Iván (1995). Las transformaciones ideológicas del discurso liberal— conservador en la Argentina contemporánea: un examen del pensamiento político de Federico Pinedo y Alvaro Alsogaray. América latina hoy: Revista de ciencias sociales, 11/12: 143- 154

– Llamazares Valduvieco, Iván. (1994). Periferias conservadoras: un análisis comparativo de la evolución del conservadurismo argentino. PhD diss., Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología.

– Lucca, Juan Bautista y Pérez Talia, Marcos (2024). Right-Wing Political Parties in Argentina (1983–2022) In Argentina’s Right-Wing Universe During the Democratic Period (1983–2023) (pp. 134-148). Routledge.

– Lucca, Juan Bautista (2019). Reminiscencias del radicalismo, del peronismo y retroproyecciones de un mundo nuevo en el gobierno de Cambiemos. In: E. Iglesias and J.B. Lucca, comp. La Argentina de Cambiemos. Rosario: UNR Editora, pp. 117–142.

– Lucca, Juan Bautista. (2010). Los senderos del estudio sobre los partidos políticos y su derrotero en América Latina. Revista Pilquen, (13), 00. Recuperado en 27 de octubre de 2023, de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851- 31232010000200002&lng=es&tlng=es.

– Mustillo, Thomas (2009), Modeling New Party Performance. A Conceptual and Methodological Approach for Volatile Party Systems, Political Analysis, 17 (3): 311-332.

– Stefanoni, Pablo (2023). ¿Quién llora por Argentina? Nueva Sociedad 305: 4-16.

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1Para profundizar en cada uno de los perfiles es posible leer https://www.perfil.com/noticias/politica/uno- por-uno-todos-los-diputados-de-javier-milei-que-entraran-en-el-congreso-peronistas-macristas-y- ultrareligiosos.phtml

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