Conversando con Mariana Berdondini

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Conversando con Mariana Berdondini


Por: Mariana Berdondini y Rafaela Lescano
Tramas mariana-berdondini-tapa Conversando con Mariana Berdondini  Revista Tramas

En la actualidad, el panorama político mundial ha experimentado transformaciones significativas, marcadas por el surgimiento y la consolidación de corrientes políticas conocidas como «nuevas derechas». Estas corrientes han captado la atención de académicos, analistas y ciudadanos por igual, desafiando las percepciones tradicionales sobre la derecha política y generando debates intensos sobre su naturaleza, objetivos y consecuencias.

En esta oportunidad conversamos con Mariana Berdondini, Doctora en Ciencia Política y Licenciada en Ciencia Política (UNR), actualmente es docente investigadora de la Universidad Nacional de Rosario, y este año nos visitó en la Escuela de Gobierno para dictar el Seminario de Política Latinoamericana Contemporánea en la Maestría de Gobierno y Economía Política.

Conversamos sobre los conceptos fundamentales que definen a las nuevas derechas y cómo han moldeado el discurso político contemporáneo: ¿Qué impulsa su ascenso? ¿cómo se las puede definir? ¿Cuál es la novedad? 

Mariana nos otorga algunas pistas para continuar indagando sobre un fenómeno que continúa desafiando y reconfigurando las nociones establecidas en el ámbito político. De manera introductoria explica que: “La distinción efectiva entre izquierda y derecha se presenta como una contraposición, donde un campo se define en relación al otro. En 1995, Norberto Bobbio estableció una referencia que influye en nuestra percepción de las derechas, enfocándose en concepciones acerca de la igualdad más que en la libertad, según menciona el autor. Dependiendo del valor atribuido a la igualdad y la diversidad, surge el desafío de identificar el contraste o la diferencia en lo que nos hace iguales o diferentes.

En este contexto, la actitud que adoptemos y cómo abordemos las desigualdades se vuelve crucial. Podemos considerar si entendemos estas desigualdades como naturales, lo que limitaría la capacidad de la política para intervenir, o si las percibimos como resultado de factores sociales y políticos, abriendo así un campo de acción posible. Esta perspectiva proporciona una primera definición para establecer los conceptos de izquierda y derecha como pares antitéticos. A lo largo del tiempo, esta distinción ha experimentado transformaciones históricas, con variaciones en su uso descriptivo, axiológico e histórico. Sin embargo, este núcleo de ideas nos permite examinar la bifurcación entre las derechas y las izquierdas.

Entonces, ¿Los conceptos de izquierda/derechas refieren siempre a una posición de contenidos variables históricamente? Pero ¿existe un núcleo duro de concepciones y contraposiciones observables en el campo de las derechas e izquierdas?

Efectivamente, en el último tiempo, en el contexto internacional se observa un pluriverso de derechas, es decir, un resurgimiento de experiencias y debates en relación a las continuidades y novedades de esta ola. La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, así como la de Jair Bolsonaro en Brasil, revigoriza este debate al considerar América Latina desde una perspectiva histórica y geopolítica.

En el ámbito de las derechas e izquierdas, se encuentran diversas concepciones y contraposiciones en cuanto al papel del Estado, la posición de lo público frente a lo privado, así como los posicionamientos respecto a los derechos y las libertades. La discusión sobre la presencia y/o el desplazamiento del Estado es uno de los ejes que aparece de modo central. En este contexto, surgen una variedad de valores conservadores, liberales o iliberales, e incluso reaccionarios, lo que evidencia una amplia gama de casos y, por ende, de experiencias de derechas. Este panorama demanda agudizar nuestra atención en los debates y temas que emergen públicamente.

Pensando en esta variabilidad histórica que van asumiendo las derechas y cómo van transformándose, pero donde hay núcleos y contenidos que se sostienen o posicionamientos y actitudes recurrentes que se sostienen en relación a ciertos temas, más allá de las diferencias entre un perfil moderado, radicalizado o extremo, podemos distinguir claramente una cuestión que se mantiene y que tiene que ver con su vinculación con la iglesia católica y con las fuerzas armadas. Pues en esta definición no solo es importante el perfil asociado al orden, a la tradición, al lugar del Estado y de los mercados, sino que también se vuelve necesario identificar determinados actores que han sido importantes en esa configuración, hay que pensar con esa especificidad a la hora de acercarnos a este concepto. 

¿Cuáles son los elementos que se ponen en tensión con las nuevas derechas? ¿Estamos hablando de extremas derechas?

El concepto de nuevas derechas aparece más bien a partir de las transiciones y de la democratización iniciada en América Latina donde las derechas parecen aproximarse a la idea de poliarquía o de democracia representativa, es decir, al juego político institucional que propone y que establece la democracia. Es aquí donde el concepto de nuevas derechas surge para oponerse a las actitudes antidemocráticas que las derechas habían asumido y habían atravesado a lo largo del siglo XX, especialmente asociadas a los autoritarismos de la década de los 70´.

Esto se observa en la década de los 90 con las experiencias neoliberales como la presidencia de Menem en Argentina o de Collor De Mello en Brasil, donde se empieza a pensar cierto uso instrumental de la democracia por parte de la derecha y donde se cristalizan ideas que ven en al mercado como el gran asignador de recursos, con una ola de ajuste estructural y bajo la lógica neoliberal. 

Eso abre la pregunta sobre cierta novedad que aparece, pensando en estos 40 años de democracia que se cumplen en Argentina paradójicamente, y donde el debate se fue remozando a lo largo del tiempo, incorporando distintas aristas. En este sentido, me parece importante diferenciar el perfil de las derechas radicales que aparecen a partir de la llegada de ciertos liderazgos de la región que, si bien juegan con las reglas de la democracia, ponen en tensión algunos elementos vinculados a la idea de la democracia liberal.

Las extremas derechas cuestionan el juego democrático, es decir, pretenden desplegarse por fuera de una idea mínima de democracia. En cambio, lo que observamos con las derechas radicales es que crecen en el marco del juego democrático, pero no respetan ciertos valores de las democracias liberales representativas. En esta cuarta ola reaccionaria protagonizada por las derechas a escala regional y global, advertimos una ofensiva anti-derechos y anti-género, que me parece que es fundamental para caracterizar el escenario político en el que emergen y se consolidan las derechas radicales. 

El término de Nuevas Derechas es más moderado, es un concepto que escuchamos mucho con el arribo de la coalición Cambiemos al poder porque mostraba o pretendía mostrar un perfil moderado que quiere jugar el juego de la democracia y recuperaba cierta noción de derechos democrático liberales. Claro que ya veíamos vestigios de ciertos debates que aparecieron más recientemente poniendo en cuestión consensos que creíamos superados en esta democracia, como por ejemplo los procesos de memoria, verdad y justicia, que en ese momento no prosperaron. Desde ese perfil moderado, ganó campo para poder llegar al poder y al mismo tiempo sostener la coalición con la Unión Cívica Radical. 

Entonces, ¿en ese contexto social particular no hubieran proliferado estas ideas de la manera en que lo han hecho hoy en día?

La ciudadanía y la opinión pública marcaban que era importante sostener y respetar algunas cuestiones que habían sido disputadas y establecidas institucionalmente en Argentina y que en ese momento se imponen como tal en la agenda política. Sin embargo, es diferente a lo que vemos con La Libertad Avanza donde sí se advierte un perfil de derecha radical. Si bien es incipiente, me parece que hay que marcar la diferencia respecto al lugar del Estado y de lo público, frente a lo privado y al mercado, erigido como gran asignador de recursos, y al mismo tiempo, con una gran afrenta respecto a los derechos, especialmente a los derechos de las mujeres, géneros y diversidad. En el crecimiento y ascenso a la presidencia de Javier Milei, como de la fuerza política que lidera, se observa el despliegue de la incorrección política, con facetas de anti-cientificismo, racismo, xenofobia, misoginia y homofobia, características que han desplegado las derechas radicales a nivel global.

Tampoco hay que dejar por fuera del análisis la batalla cultural que en su momento las nuevas izquierdas habían delineado. Hoy en día, estas derechas radicales que están creciendo muestran una gran oposición a movimientos como el feminismo, a la educación sexual integral, al aborto. En Argentina, también aparecen los procesos de memoria, verdad y justicia, frente a los cuales, no sólo adoptan una posición negacionista, sino que también reintroducen la teoría de los dos demonios para analizar el periodo autoritario de los años 70. Todo esto evidencia un perfil radicalizado, a diferencia del perfil moderado asociado al concepto de nueva derecha.

Es importante pensar esta variabilidad histórica, pero también recuperar en América Latina lo que se llama la marea rosa o las nuevas izquierdas o gobiernos de signo progresista, que se presentaron justamente como propuestas y proyectos políticos que ponían en cuestión las reformas estructurales de los 90 y las consecuencias socio económicas que las políticas neoliberales habían traído: el desempleo y la pobreza en amplias capas de la población, la deuda externa, el déficit fiscal, la privatización de empresas de servicios públicos, la vulneración financiera, fueron grandes disparadores de temas a partir de los cuales las fuerzas políticas de giro a la izquierda se afincaron en la región para recuperar la centralidad del Estado en relación al mercado y alejarse de esa retórica administrativista y técnica que hoy se repone. Hoy vemos un escenario donde se restablece claramente esta mirada administrativa y técnica sobre lo político. 

Estamos ante la reposición de una agenda política que relega la distribución por el crecimiento, donde se prioriza a la economía en relación a la injerencia y el lugar del Estado, se beneficia la intervención en favor del mercado. Acá encontramos una especificidad en el arco de las derechas donde a partir de estas posiciones socioeconómicas compatibles con el neoliberalismo y posturas conservadoras en relación con cuestiones políticas, culturales, étnicas vemos un perfil que se va reforzando y radicalizando en el último tiempo.

Por último, ¿Te parece que los medios de comunicación y el uso de las redes sociales han contribuido de alguna manera a esta radicalización? Porque se discutió mucho sobre la importancia que adquirieron los medios de comunicación y el uso de las redes sociales como motorizadores de la hiperindividualización de las personas y el aumento de la intolerancia hacia la otredad…

A mi parecer, la radicalización de los perfiles de las derechas no puede entenderse plenamente sin abordar el significativo problema de la desigualdad en las sociedades occidentales. Actualmente, la cuestión de la desigualdad ha sido crucial para los gobiernos de orientación izquierdista, quienes han priorizado una agenda de distribución y enfoques para abordar las disparidades sociales. Sin embargo, observamos que estas iniciativas no han resultado suficientes. El fracaso en abordar las desigualdades, no sólo la pobreza, representa un desafío global, como han señalado autores como Rosanballon al ponerlo en la agenda. A pesar de que la democracia se consolida como un régimen político, hoy más que nunca se cuestiona como forma de sociedad. Si el ideal igualitario de la democracia moderna no puede trascender más allá de la urna electoral en términos de un principio de una persona, un voto, se plantea un problema. Desde mi punto de vista, esto constituye gran parte del escenario actual al considerar la profunda crisis de representación política y la deslegitimación que la democracia misma ha experimentado. En este contexto, emergen liderazgos autoritarios que cuestionan derechos y libertades mínimos, básicos y fundamentales.

Incluso en América Latina, hemos atravesado recientemente por experiencias autoritarias. Aunque la democratización no sigue un proceso lineal y definido, caracterizándose por avances y retrocesos constantes, creo que nos encontramos en un momento de profunda interpelación. Esta interpelación se dirige en primer lugar a la dirigencia y a las instituciones, pero, de manera fundamental, se extiende a toda la sociedad. Nos insta a reflexionar sobre una desigualdad que ha adquirido dimensiones indignantes, poniendo en entredicho los fundamentos que una democracia debería garantizar. Paradójicamente, este llamado de atención surge en un momento en que celebramos 40 años de democracia en Argentina.

Entonces, diferenciaría los medios de comunicación donde claramente estamos frente a un escenario de concentración de voces de las posibilidades de democratización de la comunicación y de la información cada vez más concentradas en pocas manos y por otro lado el mapa de las redes sociales donde se abre un abanico que responde a otra cuestión. Recupero ahí un elemento que me parece importante que son los discursos de odio y de negación del otro que han aparecido y que han crecido en los últimos tiempos son los catalizadores de un gran malestar social político y económico que está denotando un escenario que en absoluto es específico de América latina, sino que tiene que ver con el contexto internacional. El modo de funcionamiento de las redes sociales, particularmente hace que crezcan los niveles de polarización y de confrontación en relación a temas que no necesariamente deberíamos tener como un blanco o negro si no que muchas veces se pierden las argumentaciones, los matices, la gama de posibilidades porque de este modo funcionan los algoritmos.

No creo que el rol de los medios de comunicación y de las redes sociales sea explicativo perse de la individualización que estamos experimentando, sino que más bien tiene que ver con el modo en el cual el neoliberalismo también configura las subjetividades. Esta cuestión de erigir al mercado y a los y las ciudadanas siempre pensados como <homo económicus> diría Wendy Brown es una cuestión que hoy está poniendo en cuestión a las democracias occidentales. 

Este avance de las políticas antidemocráticas en occidente tiene que ver con una ideología neoliberal y un funcionamiento llevado al extremo de ciertas dinámicas que no hemos podido confrontar en el caso de que quisiéramos revertir esa tendencia, cada vez con más frecuencia es difícil encontrar un lugar de lo común, un espacio de lo colectivo es una cuestión en la cual nos sintamos convocados como sociedad. No en vano, hace un año el mundial fue ese escenario de unión donde nos encontramos colectivamente, me parece que estas dinámicas que venimos conversando donde las redes sociales pueden ser una expresión, pero no la ligaría exclusivamente. Puede ser que el uso de las nuevas tecnologías y gran parte de la socialización que a partir de su irrupción experimentamos tenga que ver, pero pensándolo desde lo político me parece que hay ahí otra dimensión mucho más profunda que interpelar para pensar el lugar de la democracia hoy, y también esas tensiones entre las dimensiones individuales y colectivas que la democracia supone.

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