La construcción del enano Fascista

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Reseñas

La construcción del enano Fascista


Por: Jimena Molina
Tramas enano-fascista-tapa La construcción del enano Fascista  Revista Tramas

Daniel Feierstein es sociólogo. Se desempeña como investigador principal del Conicet por el Centro de Estudios sobre el Genocidio de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF). También es Director del Observatorio de Crímenes de Estado (OCE) en UBA y titular de cátedra de la materia Análisis de las Prácticas Sociales Genocidas en la carrera de Sociología. Ha realizado publicaciones científicas y jurídicas, principalmente en torno del racismo, los crímenes de estado y el Genocidio.

En esta obra, que data de 2019, pero cuya nueva edición aprovecha un escenario propicio para la reinstalación del debate, nos ofrece un replanteo del concepto de “fascismo”, su resemantización a lo largo del tiempo y sus connotaciones contemporáneas por fuera de los usos tradicionales. Especialmente, reflexiona en torno a un extendido mito que reza que “todos los argentinos tenemos dentro un enano fascista”. Acuñado en los últimos años de la dictadura militar, el concepto de “enano fascista” es reformulado por el autor, quien explica que se trata de:

“la potencialidad de ser hablados y actuados por el odio, de habilitar formas de violencia específicas que logran redirigir nuestras frustraciones hacia determinadas fracciones sociales (…) que son construidas como ´responsables´ de lo que nos pasa, generando su persecución, hostigamiento, maltrato, discriminación, todo ello ejercido de forma directa o a través de las fuerzas de seguridad, y/o descargando sobre ellos el odio que proviene, por lo general, de las consecuencias que produce en nuestras vidas un sistema opresor cuyos verdaderos responsables (…) resultan cada vez más invisibles e inasibles” (p. 14-15).

La internalización del “enano fascista” por parte de los sujetos supone una construcción social previa que se vincula estrechamente a la hegemonía y a los mecanismos de formación de las identidades individuales y colectivas. Feierstein se propone en el texto ofrecer elementos conceptuales e históricos de identificación, crítica y reformulación de los postulados que conforman el entramado del mito que, de continuar su reproducción, podría representar una amenaza. No obstante advertir los peligros de esta figura, el autor reconoce que detrás de la frase existe un trasfondo de verdad que tiene que ver con que la crueldad, el sadismo y el odio son conductas que se encuentran latentes en cada ser humano y en cada relación social (p. 17). Asimismo, aporta elementos para la construcción de estrategias antifascistas que logren detener el avance de las derechas argentinas hacia este extremo.

En tanto práctica social, el fascismo implica la “posibilidad de movilización activa de grandes colectivos y su participación -también activa- en la estigmatización, hostigamiento y persecución de grupos de la población” (p. 38). Así como no identifica a la última dictadura militar argentina como “fascista”, en tanto no ha logrado movilizar a sectores importantes del campo popular en el despliegue de violencia, Feierstein advierte que en los últimos años han aparecido en el escenario político sectores que hacen uso del odio como estrategia de captación de votantes (odio hacia el inmigrante, el vecino, el piquetero, el negro, etc.). La violencia direccionada hacia estos sujetos constituye la esencia del fascismo en tanto que práctica social, vertiente que más le interesa al autor poner de relieve en este texto y en la cual advierte esta peligrosa actualidad.

Las nuevas derechas latinoamericanas, en términos de Feierstein, “Ahora sí buscan construir, despertar y habilitar al ´enano fascista´ para obligarnos a encontrar un enemigo sobre el cual descargar la violencia contenida como consecuencia de un nuevo orden que nos expulsa de la posibilidad de ganarnos el sustento con nuestro trabajo, de acceder a un sistema de salud, de contar con una educación pública de calidad o con una vivienda propia.” (p. 19). Esta búsqueda de involucramiento activo de sectores populares y, en particular, de sectores medios empobrecidos (p. 40) en la individualización y posterior hostigamiento y persecución de grandes grupos poblacionales constituye la esencia misma del fascismo en tanto práctica social. El alarmante despliegue y reproducción de discursos de odio a través de los medios de comunicación y redes sociales en los últimos años da cuenta de la tangibilidad de este concepto y la actualidad que reviste en la Argentina contemporánea.

Se pregunta el autor, despejada la idea de que en el país se haya desarrollado un proyecto político de corte fascista a lo largo de su historia, si es acaso este el momento propicio para que se instale un movimiento de dichas características y logre el consenso o la adhesión necesarios para que el mismo prospere (p. 45). A partir de la recuperación de determinadas ideas de corte xenófobo, racista, clasista -entre otras variantes-, que distintas figuras políticas de relevancia han manifestado públicamente, sumado al pasaje al acto que se verificó en hechos concretos de violencia como el intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner en septiembre de 2022 o las represiones a movimientos sociales, Feierstein concluye que efectivamente eso está sucediendo en la Argentina contemporánea.

El porqué de este resurgimiento podría encontrarse en el hecho de que algunas de las condiciones de emergencia del fascismo original se configuran en el contexto actual: la crisis económica, la inestabilidad de la moneda, el incremento de la inseguridad y la pérdida de poder adquisitivo, de derechos y de status. Como elemento novedoso, el autor encuentra determinante para la instalación de los discursos fascistas algunas falencias que se les han señalado a los gobiernos de corte progresista: la corrupción, el aumento y transformación de las formas de criminalidad y el rol del narcotráfico en el quiebre de los lazos sociales y la reconfiguración de la circulación del capital y de los intereses de las clases dominantes (p. 52). Además, sostiene Feierstein que este resurgimiento podría constituir un modo de reconfigurar “una hegemonía que se vuelve compleja para el liberalismo contemporáneo en lo que hace a la posibilidad de sostener apoyos políticos masivos dentro de un régimen representativo y sin apelar al fraude” (p. 50). El autor considera importante destacar que esta nueva reconfiguración/resolución de la crisis de hegemonía ya no se da en el marco del intervencionismo estatal, sino que surge de un neoliberalismo “feroz” que es capaz de generar una exclusión aun mayor de la que generaron los fascismos del Siglo XX.

Otros puntos salientes de la obra tienen que ver con la puntualización de prácticas que podrían categorizarse como iniciativas fascistas en Argentina, el rol de la antipolítica en la penetración de ideas de corte fascista y la incidencia de las mismas en la configuración de las identidades contemporáneas. Sin duda, el alarmante avance de estos discursos y prácticas representa un inminente peligro para las democracias en Latinoamérica, y en particular para nuestro país. De cara a un escenario electoral reñido, con nuevos extractos partidarios cercanos a estas ideas que se posicionan como una opción fuerte, esta obra resulta actual y pertinente para comprender las matrices ideológicas que alimentan los discursos de odio y promueven el involucramiento activo de grandes sectores de la población en la militancia de la exclusión y la violencia.

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