Hábitos de consumo y prácticas saludables. El caso del Gran Resistencia.

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Miradas Locales

Hábitos de consumo y prácticas saludables. El caso del Gran Resistencia.


Por: Afra Blundetto
Tramas fruit-426002_1280 Hábitos de consumo y prácticas saludables. El caso del Gran Resistencia.  Revista Tramas

Este artículo se basa en el informe publicado en julio del 2023 por la Escuela de Gobierno titulado “Explorando los hábitos de consumo y las prácticas saludables” realizado con el objetivo de caracterizar los hábitos, consumos y prácticas de los ciudadanos. El estudio encuestó a 422 personas mayores de 18 años del Gran Resistencia, y analizó datos sociodemográficos, hábitos generales y de consumo, categorizados por grupos de edad, género y nivel socioeconómico. Con todo esto, se procuró identificar patrones de conducta regulares que influyen en el fomento de una vida saludable y en la frecuencia con la que se incluyen ciertos alimentos y bebidas esenciales para una dieta equilibrada y saludable.

Para Aguirre, los patrones de consumo se moldean por los ingresos familiares y las representaciones sociales de los cuerpos deseados o necesitados, generando diferentes pautas de consumo más ligadas a satisfacer necesidades distintas que a lo nutricionalmente adecuado. Cuando buscamos lo que le da sentido a la elección de qué comer existen algunas representaciones del consumo que tienen que ver con los principios de inclusión: la idea del cuerpo ideal, la visión de las cualidades deseables en los alimentos y las características ideales que debe tener la comensalidad.  

En los más pobres y en consonancia con las restricciones del acceso, la existencia de un ideal de cuerpo fuerte, alimentos rendidores (que al mismo tiempo sean baratos, den sensación de saciedad y gusten) y comensalidad extendida desde el hogar al grupo de pares (colectiva) condiciona el consumo de un tipo de alimentos (pan, papas, fideos, carnes grasas, azúcar, mate, limitadas frutas y verduras e inexistentes carnes blancas) organizados en “comida de olla” (guisos y sopas) sobre las que se construye un gusto de lo necesario para evitar siquiera desear lo que se considera imposible de obtener.

Entre los sectores de ingresos medios las representaciones cambian y el tipo deseable del cuerpo es lindo (flaco en el aspecto) al que se espera alimentar con productos ricos (azúcares y grasas) con una comensalidad familiar. Estos principios de inclusión son tan imposibles de cumplir que son los principales consumidores de dietas (de todo tipo).

El sector de ingresos altos en cambio, busca un cuerpo sano (que en el aspecto es también flaco) al que debe idealmente alimentar con productos light en una comensalidad individual, donde cada uno se haga responsable de su salud futura, para lo que debe regular hoy su comida. El problema es que este sector señala las representaciones hegemónicas y crea los estilos de vida imitables para el resto de la población, imponiendo patrones de belleza delgados imposibles de lograr con el consumo limitado por el acceso de los más pobres quienes con ingresos magros y representaciones que los justifican construyen canastas de consumo llenas de hidrato de carbono, grasas y azúcares que los llevan a una obesidad de la escasez, dando vuelta el sentido de los cuerpos de clase de los últimos siglos (donde la posición social era directamente proporcional al tamaño de la cintura). 

Con todo esto, se intentará exponer un breve punteo de los principales resultados sobre la composición de la muestra (como las regularidades y variaciones de sus hábitos y consumos) desagregando por edades, sexo y situación económica. Se mostrará cómo del análisis se permitió identificar similitudes y diferencias en los distintos grupos.

Continuando con la caracterización de los patrones de consumo, en la actualidad las personas están cada vez más expuestas a factores que predisponen conductas nocivas para la salud, aumentando el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles. Estas enfermedades relacionadas con el estilo de vida comparten factores de riesgo similares a la exposición prolongada al tabaquismo, una dieta poco saludable y la inactividad física, lo que desencadena el desarrollo de enfermedades crónicas. Más adelante, en la exposición del “índice de saludabilidad”, veremos como la exposición a estos factores incide en el estado de salud en el que se encuentran. Este indicador permitirá ver la dispersión de las respuestas y compararlo con aquello que los encuestados perciben como saludable para sus vidas. 

Apartándonos del sustento teórico que hizo pobile la investigación, a continuación se expone una breve síntesis de los resultados sobre la composición de la muestra en cuanto a regularidades y variaciones de los hábitos y consumos en los encuestados intentando desagregar, cuando sea pertinente, por edades, sexo y situación económica. 

En cuanto al consumo de alimentos, se observaron altos consumos de carnes rojas, pastas y panificados, siendo estos productos los principales alimentos de sus dietas diarias. Se observa que la frecuencia más habitual de consumo de las carnes rojas fue de 3 a 4 veces por semana, seguido de 1 a 2 veces por semana y una proporción menor en más de 4 veces por semana. El consumo de este alimento presenta diferencias significativas en relación a 3 variables: edad, sexo y situación socioeconómica. En cuanto a la edad, nos encontramos con que existe una relación directamente proporcional entre la edad y el consumo de estas carnes. Esto es posible apreciarlo con mayor detalle en el siguiente gráfico: 

Gráfico 1: Consumo de carnes rojas. Proporción según rango etario

Tramas afra-1 Hábitos de consumo y prácticas saludables. El caso del Gran Resistencia.  Revista Tramas

En cuanto a sexo, el consumo mas elevado ocurre con mayor frecuencia entre los varones, dado que el 72,9% lo hace 3 o mas veces por semana, mientras que en las mujeres representa el 54.4%. Para finalizar, la incorporación de este alimento es menos frecuente entre quienes dicen no llegar a fin de mes, de manera que quienes se encuentran en mejores condiciones económicas según su opinión, consumen carnes rojas con mayor frecuencia que aquellos que están en peores condiciones. 

Las pastas y panificados también tienen un consumo elevado: el 27% consume pastas más de 4 veces por semana, mientras que el 56% consume de 1 a 4 veces por semana. En relación a los panificados, un 55% declaró consumirlos más de 4 veces por semana y un 26% de 1 a 4 veces por semana. Paralelamente, solo el 2% y el 6% no consumen ningún tipo de pastas y panificados, respectivamente. Ahora bien, si se desagrega según situación socioeconómica, podemos observar que se cumple lo propuesto por Aguirre (2023) en cuanto a que quienes cuentan con menores ingresos en general tienen una dieta en la que se incorporan las harinas con mayor periodicidad, ya que quienes declaran no llegar a fin de mes el 41% incorpora pastas y panificados en abundantes cantidades mientras que los que llegan sin problemas solo un 16% dice incorporarlas más de 4 veces a la semana.

Gráfico 2: Consumo de pastas. Distribución según situación socioeconómica.

Tramas afra-2 Hábitos de consumo y prácticas saludables. El caso del Gran Resistencia.  Revista Tramas

 

La mitad de los encuestados (50%) consume bebidas alcohólicas en bajas cantidades (menos de 2 litros por semana). Nuevamente, si observamos los grupos etarios se encuentra una diferencia peculiar: los jóvenes prefieren la cerveza mientras que los adultos prefieren el vino. En cuanto a capacidades adquisitivas, se evidencian aumentos en los consumos de bebidas tanto azucaradas como alcohólicas a medida que mejoran las condiciones socioeconómicas de los encuestados. 

Ahora bien, con respecto a las condiciones de salud, por un lado se les preguntó a los encuestados si sufren algún tipo de enfermedad crónica y un 26,54% dijo que si lo hacen. Por otro lado, se les consultó si padecen enfermedades hereditarias, si bien cerca del 65% dice no padecer ninguna condición, en el resto destacaron problemas de presión alta (41,6% de los que sí padecen una condición hereditaria), diabetes (22,15%), e hipotiroidismo (8,72%).

Se construyó un indicador sobre hábitos saludables denominado “Índice de saludabilidad” que evalúa las actitudes y conductas autodeclaradas de los encuestados, en relación con las recomendaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Salud de la Nación para llevar una vida sana. Así, aquellos que acostumbren tener una una dieta variada, realizan ejercicios con frecuencia, y no abusan de alimentos o sustancias potencialmente nocivas para la salud, son considerados muy saludables, en contraposición a los que no mantienen una dieta equilibrada, fuman, realizan poca o nula actividad física, que entrarían en la categoría de Poco saludables.

Del análisis de las encuestas surge que la gran mayoría de la población encuestada tiene hábitos de prácticas y consumos que se ajustan a los parámetros de salud, al menos en términos generales. Ahora bien, sus percepciones difieren de lo que arrojó el indicador: 

Gráfico 3: Percepción del estado de salud, según cada segmento del indicador

Tramas afra-3 Hábitos de consumo y prácticas saludables. El caso del Gran Resistencia.  Revista Tramas

Tal como puede observarse en el gráfico anterior, el segmento “Muy saludable” tiende a subestimar su condición, mientras que en los segmentos “Saludable” y “Poco saludable” existe una mayor correlación, ya que los encuestados contestaron en un 56% y 53%, respectivamente, que se sienten de la misma manera.

Con todo esto, se logró ahondar en los datos más relevantes presentados en el informe publicado en Julio del corriente año. Sin embargo, quedan algunas consideraciones interesantes, que vale la pena mencionar. A continuación, algunas de ellas: 

  • Se destacó un alto consumo de proteínas de origen vegetal, frutas y verduras, y un bajo consumo de frituras.
  • La mayoría de los encuestados no fuma ni consume sustancias recreativas.
  • Alrededor del 26% de los encuestados sufre de alguna enfermedad crónica, y el 35.3% de ellos tiene alguna condición hereditaria, siendo la presión alta, la diabetes y el hipotiroidismo las más comunes.
  • El informe proporciona datos detallados sobre el consumo de pescados, verduras, frutas, hidratos de carbono, alcohol, carnes rojas, pescado, verduras, frituras, tabaco, enfermedades crónicas y hereditarias, así como anexos con puntos muestrales y consumos según rango etario, situación socioeconómica y sexo.

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