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Desigualdad y ¿muerte de la política?: las derivas del Cambiemos neoliberal.
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Resumen: El artículo caracteriza al gobierno de Cambiemos como una experiencia neoliberal, basada en dos creencias: que las sociedades pueden fundarse en la desigualdad y que es posible reducir la política a la mera gestión del poder. Analiza de qué forma ambas creencias se apoyaron en el sentido común de gran parte de los argentinos, que durante varios años sostuvieron el proyecto regresivo de Cambiemos, y explica la importancia de no abandonar la batalla cultural por ese sentido común en el futuro inmediato.
Palabras clave: Cambiemos – neoliberalismo – sentido común – batalla cultural
Introducción
En una entrevista realizada en 2016 en Chile1, el filósofo francés Jacques Rancière afirmó que el neoliberalismo ha dejado de ser solamente un credo económico para transformarse en una forma de pensamiento global. Un pensamiento global basado en dos creencias: que las sociedades pueden fundarse en la desigualdad y que la política “está muerta” y puede ser reducida a la mera gestión del poder.
...uno de los objetivos más importantes del gobierno de Cambiemos fue consagrar una sociedad fundada en la desigualdad.
A través de ambas coordenadas, es posible afirmar que el gobierno de Cambiemos en la Argentina ha sido un gobierno más neoliberal que liberal2. Precisamente, porque como hemos mostrado en “¿Cambiamos? La batalla cultural por el sentido común de los argentinos”, editado recientemente por Siglo XXI, uno de los objetivos más importantes del gobierno de Cambiemos fue consagrar una sociedad fundada en la desigualdad. Y también hemos mostrado que el dispositivo básico de su promesa aspiracional (la promesa de un futuro mejor muy lejano, a cambio de un presente de sacrificios) implicó que la tarea del político debía ser, supuestamente, la de un mero “erradicador de obstáculos”, un simple administrador de “los problemas de la gente”.
Para llevar adelante ambas operaciones, Cambiemos contó con un amplio consenso social que lo consagró tanto en las elecciones de 2015 como en las de 2017, a pesar del avance imparable de un proceso de ajuste y redistribución regresiva del ingreso como hacía mucho tiempo no vivíamos los argentinos. Salvando las distancias, cierto “aire de familia” con aquel otro neoliberalismo, el de los años noventa, es considerable3.
Desigualdad y (aparente) muerte de la política.
Por un lado, durante los años de Cambiemos gran parte de nuestra sociedad, a la que muchos habíamos creído igualitarista, díscola y solidaria, se sometió sin demasiadas resistencias e incluso apoyó un proyecto empobrecedor y cada vez más desigual. Extravió el lazo que la mantenía unida y se dejó conducir, como en el cuento del flautista de Hamelin, hasta el borde mismo del abismo4. Ante los malestares que les había producido la sobrepolitización kirchnerista, vastos sectores sociales optaron por las aparentes seguridades de una comunidad basada en la desigualdad. Porque ¿qué hay aparentemente más seguro, previsible, “en su lugar” que una sociedad desigual, que nos mantenga a salvo de los otros?
Por otro lado, durante varios años gran parte de los argentinos creyeron casi ciegamente en una promesa aspiracional que les ofreció un horizonte de bienestar, éxito y felicidad, a cambio de fuertes sacrificios. Una promesa diferida, en dos tiempos: sacrificio hoy, felicidad mañana. A diferencia, nos dijo Cambiemos, de la promesa populista, que nos había engañado con el regalo de un presente de bienestar, encubriendo que en el futuro sólo habría privaciones. Y en esa promesa aspiracional, cuya potencia consistía, precisamente, en que no debía concretarse en la realidad, se estableció un vínculo muy especial entre quien aspira y quien promete. Cambiemos nos decía que el rol del político era, sencillamente, el de la erradicación de los obstáculos que se le presentaban a su “hiperindividuo” aspiracional: “vengo a liberar al argentino que quiere salir de la pobreza”, nos decía Mauricio Macri en 2017. Pero mientras proclamaba la muerte de la política, Cambiemos no tenía más alternativa que apoyarse en la grieta política con el “populismo autoritario”, prácticamente hasta que no le quedó nada más. Y así, polarizando durante toda la campaña electoral con adversarios reales y enemigos imaginarios, cayó luego víctima de su propio juego de polarización. Hasta la crisis económica, que hoy parece no tener fin, fue generada por la política: por la pérdida de autoridad flagrante en la que cayó el gobierno de Cambiemos, presa de sus propias impericias y cegueras, sobre todo a partir de mayo de 2018.
Si de algo no careció el gobierno neoliberal de Cambiemos durante estos años fue de política, aunque nos haya dicho lo contrario. Porque para construir un orden desigual es necesario dejar a muchos afuera: afuera de la solidaridad, afuera de las protecciones, afuera de lo colectivo, a la intemperie.
Si de algo no careció el gobierno neoliberal de Cambiemos durante estos años fue de política, aunque nos haya dicho lo contrario.
Los obstáculos con que nos amenazó Cambiemos fueron de lo más variados: individuos, estados, situaciones, colectivos sociales, pequeños grupos, organizaciones; la corrupción, la mentira, los vagos, el fracaso, la prebenda, el pibe chorro, el populismo, el inmigrante. En el relato de Cambiemos, estos obstáculos fueron construidos desde lo moral y emocional antes que desde lo racional, apelando a los miedos más básicos de nuestra sociedad, a los más primarios, a los más ancestrales.
Estos obstáculos morales y emocionales se han vuelto centrales hoy (septiembre de 2019), en pleno derrumbe de esta nueva experiencia neoliberal. En su caída, Cambiemos se ha dedicado a recrear las amenazas más primarias. Recordemos a Elisa Carrió advirtiéndonos que “estamos en una barca y hay tormenta” (17/12/2018), o que los argentinos no debíamos “volver al Faraón” (20/4/2019); a Jaime Durán Barba alertando sobre inminentes “asesinatos masivos” de darse el retorno de Cristina Fernández al poder (23/2/2019); a Patricia Bullrich caracterizando a la ex presidenta como un “escorpión” (23/4/ 2019); a María Eugenia Vidal aseverando que “estamos cruzando un rio bravo” (26/7/2019); y al presidente Macri agitando el terror económico tras la derrota en las PASO, como castigo hacia todos aquellos que habían “votado mal” (13/8/2019).
Es que, como también explica Rancière, una de las particularidades de las derechas es su gran eficacia para apoyarse en símbolos identitarios muy primitivos, muy elementales, que se fusionan con la fe en la desigualdad para consolidar, en este caso, la argamasa fundamental del neoliberalismo. Los barcos, las tormentas, los ríos, los asesinatos, los faraones, el escorpión, ¿de qué nos hablan? Nos hablan de cuan pragmáticas pueden ser las derechas a la hora de leer el sentido común de la sociedad, de ajustar su discurso a la capacidad de comprensión de estas mayorías y de manipular sus temores más primarios, para intentar en este caso salvarse del derrumbe.
Reflexiones finales
La materia de la política es lo simbólico, nos dice Rancière. Este nuevo gobierno neoliberal hoy en caída libre, entonces, construyó gran parte de su eficacia en lo simbólico, en lo cultural. Cambiemos se consagró como fuerza de gobierno a nivel nacional en 2015 por haber leído mejor que el kirchnerismo el sentido común de los argentinos, como suelen hacer las derechas por sobre los progresismos. 2015 fue, probablemente, una victoria no sólo electoral, sino también y sobre todo, cultural.
Hoy, ese proyecto de desigualdad y de pretendida muerte de la política está siendo destronado electoralmente por la confluencia de varios elementos: la propia impericia política de Cambiemos, una crisis económica feroz, la unidad del peronismo y la proclamación de candidaturas opositoras consistentes. Cuando Cambiemos perdió el rumbo, la oposición lo encontró.
Sin embargo ¿cuánto del sentido común que apoyó la construcción de esa sociedad desigual y que aplaudió la aparente “muerte de la política” permanecen aún en pie? ¿Habrá logrado Cambiemos, como afirmó el politólogo Aníbal Pérez-Liñán5, “abrir un espacio histórico nuevo”? ¿Habrá sido Cambiemos el síntoma de que gran parte de nuestra sociedad ha comenzado a preferir la desigualdad, como diría Francois Dubet6? ¿O este primer partido de derecha competitivo electoralmente a nivel nacional perecerá arrastrado por su propio fracaso gubernamental? ¿Bastará el fracaso económico para dar por tierra con su experiencia de refundación de nuestra sociedad y las adhesiones que la hicieron posible?
Los tiempos del sentido común, ese sentido común que le otorgó legitimidad democrática a la sociedad excluyente de Cambiemos, tienden a ser más lentos que los tiempos electorales. El futuro político de los argentinos y argentinas residirá, entonces, en la capacidad de los ganadores de las elecciones de octubre para no creer que todos los éxitos electorales derivan, sin más, de victorias culturales sobre el sentido común. Y de su capacidad y vocación, también, para no abandonar la batalla cultural, que tenga como principal tarea transformar aquel sentido común conservador, y darle así fortaleza a los cambios que se vienen. Una vez más.
Los tiempos del sentido común, ese sentido común que le otorgó legitimidad democrática a la sociedad excluyente de Cambiemos, tienden a ser más lentos que los tiempos electorales.
1Galende, Federico (2016), “La extrema derecha está volviendo a ser exitosa en su evocación de símbolos identitarios muy primitivos”, entrevista a Jacques Rancière en The Clinic, 4 de diciembre www.theclinic.cl/2016/12/04/jacques-ranciere-la-extrema-derecha-esta-volviendo-a-ser-exitosa-en-su-evocacion-de-simbolos-identitarios-muy-primitivos (disponible el 4/9/2019).
2Sobre el tema, ver también Morresi, Sergio (2019) «La grieta como síntoma de las pugnas en torno al neoliberalismo», Ponencia presentada al XIV Congreso Nacional de Ciencia Política organizado por la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP) y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), San Martín, 20 de Julio de 2019.
3Canelo, Paula (2019): “A treinta años del menemismo, pizza sin champán”, en Revista Espoiler, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. http://espoiler.sociales.uba.ar/category/a-30-anos-de-menem/> (disponible el 4 de septiembre de 2019)
4Canelo, Paula (2018): “Como el flautista de Hamelin. Meritocracia, jerarquías, aspiración”, Columna de opinión para Artepolítica, 17 de abril de 2018. http://artepolitica.com/articulos/como-el-flautista-de-hamelin-meritocracia-jerarquias-aspiracion/ (disponible el 4 de septiembre de 2019)
5Pikielny, Astrid (2019): Aníbal Pérez-Liñán. «La polarización extrema despolitiza a la sociedad», entrevista en diario La Nación, 26 de mayo de 2019. https://www.lanacion.com.ar/opinion/biografiaanibal-perez-linan-la-polarizacion-extrema-despolitiza-a-la-sociedad-nid2251023> disponible el 4 de septiembre de 2019
6Dubet, Francois (2016), ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario), Buenos Aires, Siglo XXI.